miércoles, 26 de mayo de 2010

Avanzo y avanzo. Aunque no quiera.

El miedo me paralizó. Me compré burda y estúpidamente el mensaje repetido de que una mujer para estar completa NECESITA un hombre a su lado. Y volteando desesperadamente hacia todos lados encontré a aquél que había sido insistente durante varios años.

No me interesaba. No me gustaba. Pero bueno, eso se resolvería, después. Tal vez. Eso no era lo importante... lo urgente era salir del status de soltera-quedada-falta de sexo-falta de seguridad y demás epítetos que algunos me colocaban, y yo pasivamente, no logré quitarme.

Juzgué que ese hombre me brindaría un refugio seguro (porque su insistencia me hizo suponer interés profundo y lealtad en mí a partir de que me conocía), además de que configuraba mi seguridad a largo plazo (porque tiene -o tenía, no estoy segura de su status actual- un buen puesto con un ingreso constante considerable) y que la sincronía intelectual de intereses profesionales nos conduciría por lugares amables.

Y me embarqué en una relación. Poco convencida al principio, después mucho. El cassette que me repetí funcionó bien...

El primer beso fue intenso, amable, apasionado...

Ese día escribí:

"Después de mucho tiempo (no tengo clara la cantidad de tiempo, sólo que ya ha más de un año)... C. y yo nos besamos. Fue un beso rítmico, sentido, caluroso. Y me sorprendió y mucho. Me gustaron sus labios rozándose con los míos. Me gustaron sus labios buscando los míos. Su lengua cuidadosa y apasionada. Su sabor. Me gustó su intención, su sinceridad, su pasión. ¡Qué deliciosos besos!

No sé hacia dónde vayamos, ni lo que vaya a pasar, pero tras esos suculentos besos... Creo que no existía otra posibilidad: debíamos probarnos mutuamente."


Y apenas 4 días después.

""...y la tierra giró para acercarnos..."
Parece que es justo lo que necesitaba: valorarme como persona, empezar a ya no luchar conmigo y asumirme: mis deseos, mis pasiones, mis interess, mis inquietudes, mis repulsiones. Ahora que dejé de luchar, me siento en plenitud.
Y C. me re-conoce, me conoce bien.
Sabe de qué pie cojeo, y de cuál me mantengo firme.
Ahora que hemos dado el paso de permitirnos derrochar ese amor, esa ternura tan contenida, no puedo concebir que fuera de otra manera.
Justo esto es lo que tenía que ocurrir. Y no porque así estuviera escrito (no hablo de destinos), sino porque así lo deseábamos, pero esperábamos estar listos. Ese fucking timing es fundamental."


Y la historia avanzó. Me convertí en una cursi-novia "feliz", socialmente correcta, porque ya no era adecuado irme de parranda a morir sin "pedir permiso", ni hacer lo que él no quisiera que yo hiciera. Empezó a presionar en algunos sentidos: modificaciones de conducta y de personalidad, y cedí, en algunos rubros (sólo en aquéllos que tenía intención, pero no prisa de cambiar). Hubo otros, que de plano, no serían modificables, y que no estaban sujetos a negociación. Poco a poco llegué a hartarme. Empecé a ceder más seguido, y a perder las negociaciones. ¡Para él era un juego de poder!

Una de mis cesiones fue la de buscar un trabajo con seriedad. Un trabajo donde me pagaran en tiempo y forma y que me hiciera crecer. Que además me implicara cierta domesticación de mi ser: hábitos de vestido, de arreglo personal, lenguaje, horarios, dinero, etc.

Y lo encontré. No fue necesario hacer demasiado esfuerzo. Carajo, soy buena en lo que hago. Sé cumplir los objetivos, y más. (Aunque ése no es el tema de este post.) El cambio de status de "ouch, ¿me prestas para la chela?" a "Yo te invito la chela" me levantó. Así que sí, agradezco su presión en ese sentido.

Las emociones que viví durante ese corto periodo de tiempo fueron lindas. Escribí cosas muy lindas en twitter. Y en SMS que le envíe, y en emails, y en su piel. Intenté escribir las letras que más quería en su piel, así que ésas no las atesoré. Seguí fielmente la canción de Silvio: "Para que no se me olvide la letra, voy a anotarla en tu piel. Sé que jamás perderé esa libreta. Sé que la conservaré. Leo despacio: no eres común. Luego será más lento aún. Una palabra, otra después, hasta que aprenda lo que no sé."

Me perdí en sus brazos, más en la ilusión que en la realidad. Una vez que empecé a trabajar lo vi pocas veces. Y cometió muchos errores, y cometí muchos errores. Me lastimó. Me falló el cálculo, creí que era el candidato perfecto a no lastimarme y me equivoqué. Estuve mentando madres a diestra y siniestra, en gtalk, en MSN, en facebook, en mis cuadernos, en persona, por celular. Mis amigas brotaron, florecieron, se rifaron. Lloré amargamente porque mi hipótesis inicial había sido falseada. No era el plan. Había sacrificado lo que verdaderamente me gusta en un hombre por reducir (e incluso anular creí) el riesgo al sufrimiento atroz. Y fallé.

Las construcciones que habíamos comenzado en términos de proyectos se fueron a la chingada, por supuesto. Y aún intenté ex-post un acercamiento para clarificar las cosas. No quiso. Me bajé del tren y seguí mi camino. Lloré, sufrí y dolió mucho. Pero crecí, vaya que crecí. Así que ante los contrafactualismos diría NO. No cambiaría la historia. Me hizo crecer, con dolor y esfuerzo, para levantarme briosa. Sigo sola. Regresé al status de prefiero sola que chingaderas. Y sólo frente a escenarios alentadores renunciaré a mi soledad. Mi seguridad y mi tranquilidad están en mi rango de acción. ¿Quiero compartir en pareja? Sí. Pero mi agenda es apretada, mis amigos muchos y mi trabajo absorbente. Así que quien quiera entrarle al quite... pues que me enfrente. Ya veremos. Estoy rehecha y sé partir madres, también.

2 comentarios:

El hombre del traje gris dijo...

mm pero bueno supongo no duró 1 semana y supongo tuvo sus partes buenas, me imagino que de cualquier forma hubo sus cosas buenas no?

tambien sería interesante ver que pasó con el? cual es su version de la historía, igual el pensaba que todo seria miel sobre hojuelas y algo pasó...

venturerer dijo...

Hombre del traje gris:
Efectivamente no duró una semana. Tampoco un año. Fueron 4 meses. El tema acá no es lo que en sí fuera la relación, sino las implicaciones que tuvo para mí. El desmadre emocional y de expectativas que proyecté en un otro que no pudo, o no quiso, cubrir lo que yo quería. Y viceversa.

Por supuesto que tuvo sus cosas buenas. Una: mi trabajo. Otra: la pasión, la ternura, la cursilería, los boletos de Cranberries, mi asistencia al Goliath Festival, al concierto de Fito en el Voilá, haber conocido el Zinco, desestresarme, estresarme, querer, ser acariciada, etc. etc. etc.

¿Su punto de vista? Yo también hubiera preferido conocerlo. La parte final de la historia preferí no contarla porque no tengo más que interpretaciones. Cero objetividad.